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entrenamiento funcional

Mucho se está hablando en los últimos tiempos del fenómeno conocido como “Entrenamiento Funcional”, alrededor del cual, han surgido multitud de definiciones tratando de describir la naturaleza que envuelve dicho concepto.

Además, cada día son más los centros deportivos y gimnasios, e incluso centros especializados en el entrenamiento funcional, quienes imparten clases y actividades exclusivamente utilizando esta metodología de entrenamiento. De hecho, su gran expansión y arraigo en la actualidad ha hecho que cada día cuente con más adeptos y practicantes. Es por ello, que con el presente artículo se pretende dar una respuesta lo más objetiva y realista posible acerca del concepto de Entrenamiento Funcional.

BREVE HISTORIA DEL ENTRENAMIENTO FUNCIONAL:

Aunque pensemos que esta corriente es relativamente nueva, dado el enorme impacto generado en los últimos tiempos, la realidad es que ya en el S. XIX se empezó a hablar del carácter funcional de movimiento, en parte, gracias al neurofisiólogo Jonh Hughlings Jackson, quien fue uno de los pioneros en hablar de lo que hoy conocemos como entrenamiento funcional, quien decía que el Sistema Nervioso Central (SNC) resuelve en términos de movimientos, es decir, destaca la importancia del movimiento y no del músculo (lo cual analizaremos con más detalle a continuación).

Aparte de lo mencionado, este tipo de entrenamiento estaba también circunscrito a ámbitos de la rehabilitación y la medicina deportiva, dónde los terapeutas tenían el reto de “devolver” a los deportistas no sólo su funcionalidad para el día a día, sino también a su máximo nivel para volver a competir.

Además, si echamos la vista atrás, teniendo en cuenta la evolución de la motricidad humana, podemos ver como nuestros antepasados tenían un tipo de motricidad muy parecida a lo que hoy se conoce por entrenamiento funcional.

ENTRENAMIENTO FUNCIONAL, ¿Qué es realmente?

Una de las definiciones clásicas utilizada por esta corriente es  la siguiente: “Los ejercicios funcionales son aquellos que imitan los gestos o actividades típicas de la vida cotidiana o de algún deporte en concreto y que, por tanto, realizándolos mejoraremos nuestro rendimiento en dichos ámbitos”.

Según la definición anterior, todo movimiento/ejercicio que imite una acción deportiva o diaria será considerado funcional, todo lo demás NO.

En este sentido, ¿Es lógico pensar que  la simple imitación o similitud de un movimiento con otro, es suficiente para considerar un ejercicio como funcional?

La respuesta es NO. Dicha similitud no es el único factor ni el más importante que debemos de tener en cuenta a la hora de catalogar un ejercicio como funcional.

Por tanto, dejando claro esto, ¿Qué factores debemos tener en cuenta para que un ejercicio sea funcional?

  1. Un ejercicio funcional es aquel que mantenga, mejore o rehabilite la tolerancia o rendimiento en el trabajo, acciones cotidianas o deporte, sin sacrificar la función articu­lar y neurológica.
  2. Los ejercicios que son funcionales para una persona, no tienen por qué serlo para otra. Cada persona es única y no debemos tratar a todos por igual. En este sentido, vemos como son las PERSONAS las son FUNCIONALES y no el ejercicio como tal, cuando se les aplica una determinada fuerza.

Por tanto, teniendo en cuenta los factores mencionados, podemos determinar que un ejercicio funcional es aquel que ayuda a mejorar o mantener la función óptima del sistema musculo-articular bajo determinadas situaciones de aplicación de fuerzas y como consecuencia a tener un mejor desempeño en cualquier acción, ya sea una acción cotidiana o deportiva.

En este sentido, un ejercicio integrado o multi-articular puede ser perfectamente válido como ejercicio funcional (en ningún momento se ha dicho lo contrario), al igual que también lo es un ejercicio analítico, pues en este sentido, según Greg Roskopf, fundador de MAT (Muscle Activation Techniques): “El entrenamiento funcional (entendido como ejercicio integrado) sólo reforzará los patrones compensatorios si los eslabones débiles no son primeramente identificados y eliminados.”

Es aquí donde los movimientos analíticos tienen la responsabilidad de que todo el cuerpo funcione adecuadamente y de que cada músculo desempeñe su función y se establezca entonces, una armónica conexión entre músculos para conseguir un determinado objetivo, respetando siempre la función músculo-articular y neurológica.

Como conclusión, destacar que no es necesario imitar una determinada acción para considerar un ejercicio como funcional, ni tan si quiera debe ser un movimiento integrado o por cadenas musculares (como estamos acostumbrados a escuchar), tan sólo sería suficiente con que ese ejercicio respete y se adapte a las características y necesidades de la persona.

Es evidente que los movimiento integrados son muy interesantes a nivel metabólico, endocrino, muscular o neuronal, entre otros; y tiene unas adaptaciones sumamente positivas, pero no por ello debemos restar importancia a los movimientos analíticos, ya que cuando un músculo de una cadena se ve afectado, repercutirá en el resto de la cadena y el sistema neuromuscular buscará la solución a través de otros músculos que COMPENSE la acción. Esto es lo que he intentado transmitir desde el primer momento.

Más allá de ENTRENAMIENTO FUNCIONAL o NO FUNCIONAL, debemos de priorizar movimientos integrados, pero también dedicar el tiempo suficiente al entrenamiento de otros movimientos y/o acciones que me ayuden a ser funcional y a tolerar las cargas a las que estoy sometido en mi vida diaria.